ORIGEN DEL HOMBRE
5.1. ANTECEDENTES
Desde tiempos
antiguos, los pueblos crean leyendas acerca del origen de los primeros hombres,
y ello por el escaso desarrollo de la ciencia, que no le permitía explicar de manera racional su origen. Así, por
ejemplo, la leyenda bíblica acerca de la creación del primer hombre con
"arcilla roja" por una divinidad que animó esta materia con una
partícula de su espíritu, con su "alma inmortal". Acorde con el mito bíblico
está el musulmán, en el que se dice sobre Allah: Es el que mejora a cada cosa su creación y manifestó la creación del hombre de barro, luego puso su cimiento de un
extracto de agua vil, luego diole forma y
soplo en el de su espíritu[1].
Las interrogantes, ¿qué somos?, ¿de dónde venimos?, que continuamente
se hace el ser humano, tienen varios siglos. Los pensadores griegos Demócrito y Leucipo reflexionaron al respecto, pero el conocimiento de su época
(s. VI a.n.e.)
estaba muy limitado; sin embargo, lograron sospechar que los humanos tenemos un
parentesco con el resto de las especies, a través de la visión materialista que
ellos tenían sobre el mundo, la naturaleza y la vida.
Luego de varios siglos, con
el advenimiento de los filósofos
humanistas, aquellos pensadores del s. XVI d.n.e., que rompieron con el pensamiento dogmático
fatalista y se adhirieron al raciocinio de tomar al hombre como referencia y
medida de todas las cosas, el conocimiento sobre los orígenes humanos se hizo
más claro. Los ilustrados (s. XVIII) empezaron a plantear la evolución social, el desarrollo de
regularidades en la naturaleza y en la sociedad y, lo más importante,
postulaban que lo humano y lo social son un producto, un resultado de prácticas
e interacciones entre las personas con su medio.
En el s. XIX, la Antropología aparecía en la escena científica como la
"ciencia del hombre", el estudio del ser humano, como organismo en la
tierra y agente cultural, transformador y creador.
5.1.1. Explicaciones durante
el Esclavismo y el Feudalismo
Desde tiempos antiguos se
observaron las semejanzas entre los hombres y los demás animales, y poco a poco surge la idea del origen natural y no
divino de la especie humana.
En Grecia ya se observaban
planteamientos acerca de las características del cuerpo humano y sus órganos, en especial la mano,
señalándola como órgano del trabajo, como afirmaban los filósofos griegos Anaxágoras (500-428 a.n.e.) y Sócrates (470-399 a.n.e.); y sobre el
desarrollo natural del hombre escriben Empédocles
(V
a.n.e.) y Anaximandro
(VI
a.n.e.).
Posteriormente, en las obras
de Aristóteles (384-322 a.n.e.) e Hipócrates
(460-377 a.n.e.) se explican las diferencias entre el hombre y los demás
mamíferos, así como también se estudia al cuerpo humano y sus funciones. Un
aporte de Aristóteles fue hacer un
estudio del cuerpo humano, indicando cuál es el lugar del hombre en el reino
animal y diferenciando al hombre del animal por el desplazamiento erguido, el
encéfalo de grandes dimensiones y por el lenguaje y la razón[2].
Posteriormente, durante el
desarrollo de la etapa imperial romana, el médico Claudio Galeno
(180-201 d.n.e.) establece la semejanza en la constitución corporal del hombre
y los simios. Con el decaer del esclavismo en Roma y el surgimiento del sistema
feudal, los criterios rígidos del creacionismo se impusieron a lo largo de diez
siglos (V-XV d.n.e.).
La Iglesia católica tuvo el monopolio a través de la Biblia y sus
paradigmas filosóficos la patrística
y la escolástica, la interpretación
de que todos los humanos somos producto del milagro divino a imagen y
semejanza. Esta concepción predominó en los intelectuales medievales y en los
sectores populares de entonces.
5.1.2. Explicaciones durante
el surgimiento del Capitalismo
Durante el s. XVI, los estudiosos Andrés Vesalio (15 14-1564) y William Harvey
(1578-1657) estudiaron la estructura interna del cuerpo humano, lo que permitió
afirmar la concepción materialista acerca del ser humano.
En el s. XVII, el estudio de los simios, en
especial el chimpancé, sirvió
para establecer comparaciones, como en el caso del inglés Edwar Tyson, quien publicó un estudio completo acerca de la
estructura del chimpancé. En el s. XVIII, el científico sueco Carl von Linneo (1707-1778), al hacer una clasificación del reino
animal, sitúa al hombre cerca de los antropoides y lo considera del género Homo
y de la especie Homo sapiens (hombre racional), pero mantiene un punto de vista
creacionista, pues, para él, lo racional en el hombre proviene de una partícula
de sabiduría divina.
También en el s. XVIII, en la segunda mitad, el francés Georges Buffon
(1707-1788) hace un estudio del hombre y de los antropoides, diferenciándolos
unos de otros y, a la vez, ubicando al hombre sobre el reino animal por sus
facultades espirituales, a las que atribuía un origen divino.
En el s. XIX, particularmente en los
inicios, se lograron conocimientos más
avanzados acerca del hombre, los animales y vegetales de diversas regiones. Se
habían obtenido mayores conocimientos de los animales fósiles y la evolución de la Tierra, sobre todo gracias a las
investigaciones de Georges Cuvier
(1769-1832) y Charles Lyell
(1797-1875). Con el desarrollo de las ciencias naturales, la Paleontología,
etc., la idea de la inmutabilidad de las especies animales y vegetales
empieza a cambiar. En el campo de la Biología se encontraron indicios de la evolución del mundo
orgánico, siendo uno de los precursores Jean
Baptiste de Lamarck (1744-1829), quien, en su obra Filosofía zoológica, da a conocer pruebas de la evolución de
animales y vegetales, y sostiene que los organismos modernos derivan de los
antiguos mediante la evolución; también dejó la posibilidad que, en el
transcurso del tiempo, el hombre haya surgido del desarrollo del mono. En
contraposición a este planteamiento evolucionista, el paleontólogo francés Georges Cuvier defendía la tesis de la
inmutabilidad de las especies desde la creación del mundo.
El desarrollo de las
concepciones evolutivas se encuentra enmarcado en el contexto del desarrollo de
la Revolución industrial. Nunca se había
experimentado, anteriormente, un desarrollo tan vertiginoso de las fuerzas
productivas, que fue respaldado por la burguesía en su lucha por afianzar el
predominio del sistema capitalista. Los filósofos franceses iniciaron un largo
recorrido de tentativas para encontrar el origen de las especies de seres
vivos, a partir del descubrimiento de los primeros restos fósiles, que abrieron
muchas incógnitas al respecto.
Una de las incógnitas a despejar era la antigüedad de la Tierra,
ya que se hacía imprescindible su conocimiento para demostrar que el origen de
las especies es producto de un largo camino de transformaciones. Fue el geólogo
inglés Charles Lyell quien dio
sustento científico a la longevidad de la Tierra, demostrando la
estratificación de las capas terrestres. Hubo avance en el conocimiento de la
naturaleza, sobre todo en Geología,
donde cada vez eran más patentes las variaciones ocurridas en los estratos de
la corteza terrestre, así como en los restos fósiles de animales y plantas, que
en estas capas aparecían. Pero, será otro inglés quien, en sus estudios
biológicos y recorriendo todo el mundo podrá lograr la acumulación de una serie
de informaciones que le permitirá elaborar una teoría con respecto al origen de
las especies: Charles Darwin.
5.2.
EL APORTE DE CHARLES DARWIN
Charles
Darwin (1809-1882) nació en
Inglaterra. Como naturalista efectuó un viaje alrededor del mundo a
bordo del Beagle, que le sirvió para recopilar una gran cantidad de información y
materiales de zoología botánica, paleontología y geología, los cuales le
permitieron plantear la idea de la variabilidad de las especies. Su aporte más
importante es el descubrimiento de la selección
natural, que transforma las especies de animales y plantas en relación a la
naturaleza. En su obra cumbre El origen de las especies por medio de la
selección natural, Darwin afirmó que las variaciones adquiridas y
constantemente empleadas, probablemente, se vuelven útiles y son transmitidas
por herencia.
Y, en 1871, en su obra La
descendencia del hombre y la selección en relación al sexo, habló específicamente sobre la evolución humana. Pero, ¿qué
conocimientos y avances de la
ciencia le permitieron llegar a su teoría?
En esa época existieron trabajos muy importantes como
Filosofía zoológica de Lamarck y La
evolución humana de Ernst Haeckel,
los estudios de geología y los cambios en la Tierra de Lyell, la bóveda craneana de Neanderthal (descubierto en 1856) y
los hallazgos arqueológicos de piedra de Boucher
de Perthes (1788-1868), que posibilitaron probar la existencia del hombre
por encima de los 6 mil años de antigüedad, como lo postulaba la tesis
creacionista de esa época.
De igual manera, la Embriología
demostraba la semejanza evolutiva del hombre con los demás animales; la Taxonomía, que clasifica a los seres
vivos de acuerdo a su semejanza; también los avances de la Paleontología, que estudia los fósiles de animales y plantas, su
distribución y desarrollo.
5.2.1. Rasgos de semejanzas
entre el hombre y los antropoides
¿Estamos emparentados con el chimpancé y el gorila? Darwin señalaba que sí, su apariencia
simiesca, los cinco dedos, las glándulas mamarias, la vista frontal
esteroscópica, corresponden tanto a los chimpancé, los gorilas, como a los
seres humanos por igual. Los monos antropoides se protegen entre sí, los machos
cortejan a las hembras y las mamás chimpancé adoptan a los bebés, si en caso
estos pierden a sus padres. Podemos clasificar los rasgos de la siguiente
manera:
-
Las dimensiones grandes en el encéfalo y los surcos muy fuertes se manifiestan entre
los antropoides, al igual que en el hombre. La capacidad de usar métodos y
objetos para lograr un fin implica una actividad nerviosa superior, lo cual
demuestra la relación entre el humano y su pariente antropoide.
-
En los sentidos, como en la vista, donde las
excitaciones pasan a los hemisferios correspondientes, como el olfato y el oído, que en el caso del hombre el pabellón de la
oreja logró un mayor desarrollo por el lenguaje sonoro y el lenguaje
articulado.
-
En el
cráneo. En los primeros homínidos (australopitecinos) se nota la cresta
occipital, que caracteriza a los antropoides, y que va desapareciendo en los
especímenes del género Homo. Así como el arco supraorbitario prominente y la
frente en declive.
-
En el
esqueleto, por ejemplo los antropoides tienen de doce a dieciocho pares de
costilla, esternón ancho, las alas en los huesos ilíacos, caja toráxica ancha, la forma de los huesos de los
cinco dedos.
-
En el
sistema muscular, está en alto desarrollo la musculatura mímica de la cara.
-
En la
estructura de los órganos digestivos, en la estructura de los dientes, etc.
5.3. EL APORTE DE ENGELS
El rol del trabajo en la
evolución humana fue expuesto con
rigurosidad científica, por primera vez, por Engels. Los borradores de
Dialéctica de la naturaleza nunca pudieron ser completados debido a que
Friedrich Engels se dedicó a la culminación de la obra monumental de Marx: El
capital. Así y todo, Engels nos dejó un derrotero científico en estas breves,
pero contundentes páginas.
Si bien es cierto el hombre
tiene semejanzas con los antropoides (en la estructura, aspectos biológicos), también presenta rasgos anatómicos y
fisiológicos que solo pueden ser explicados por lo particular de su evolución,
que tuvo como base al antropoide antiguo con la influencia del trabajo. Nuestra
postura erecta fue condicionada por la actividad más vital del ser humano: el trabajo; ¿pero, qué es el trabajo?
Se define así: Proceso que se efectúa entre los hombres y la naturaleza, y en el cual
los hombres, valiéndose de los instrumentos de trabajo, y actividad dirigida a
un fin, modifican los objetos de la naturaleza, de modo que con estos puedan
satisfacer sus necesidades[3].
Ahora, el manejo de objetos
naturales no fabricados (no transformados por el hombre) puede considerarse
como forma embrionaria de actividad laboral, y los instrumentos (herramientas)
que utiliza el hombre le permiten aumentar su fuerza física y poder superar su lucha con la naturaleza;
pero no solo superarla, sino también, con el tiempo, convertirse en el
dominador de la naturaleza. .
Pero
el órgano del trabajo es la mano y la dirección de esta proviene del cerebro, de tal manera que
hablar de trabajo es tener en cuenta la interacción del
aspecto biológico y el
aspecto racional, permitiendo que esta actividad esté encaminada hacia un fin, la satisfacción de las necesidades con un objetivo, por lo tanto,
social.
Para hablar de las funciones
de las manos para el trabajo es necesario referirnos a la posición erecta. Sabemos que la condición anterior a esta
fue el bipedismo (desplazamiento en dos extremidades), lo que modificó la
estructura del cuerpo, como la planta del pie, que adquirió un arco
longitudinal y su dedo pulgar muy desarrollado, sirviendo de sostén al cuerpo;
en la mano, el dedo pulgar oponible y desarrollado, que permite una mejor
manipulación y capacidad prensil, del tacto en las yemas de los dedos; la forma
de la columna vertebral; la proporción corporal definida; piernas más largas y
brazos más cortos; etc.
La mano y su desarrollo como órgano de trabajo es el resultado de su liberación,
es consecuencia de la posición erecta y el bipedismo, y de su pérdida de
funciones como prensora y ayuda en la locomoción; esto se debe a la influencia
del trabajo y, a la vez, a que se liberó de la función de apoyo en la
locomoción, por ello su versatilidad y la marcada diferencia de cada uno de los
dedos.
Así, definitivamente, La
liberación y transformación de las manos adquieren así el carácter el momento
crucial en la antropogenia, por cuanto la mano constituye un órgano del trabajo
y el trabajo social crea al hombre[4].
5.3.1. El cerebro y la
actividad nerviosa del hombre
Respecto al tema, Engels nos dice: Primero el trabajo y después de él y con él, la palabra articulada, fueron los
dos estímulos principales, bajo cuya influencia el cerebro del antropoide
antiguo se fue transformando gradualmente en cerebro humano, y a medida que se
desarrollaba el cerebro desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos,
los órganos de los sentidos[5].
El desarrollo del cerebro
humano fue facilitado por las cualidades anatómico-fisiológicos del cerebro de sus antepasados. Por el tránsito a
la locomoción erecta, que al situar al cerebro en posición vertical con
respecto al hombre, hizo posible mayor circulación sanguínea. Igualmente, la
dieta carnívora[6],
el desarrollo de una vida en sociedad y, finalmente, el empleo de instrumentos
(piedras, palos) para defenderse. Pero, ¿cómo se da la influencia de las
manos?, la posición erecta le dio funciones prensiles y percutoras permitiendo
perfeccionamiento en el uso de las manos. El pulgar oponible, ante el resto de
los dedos, se convirtió para el homínido en la mejor herramienta de trabajo. Y,
asimismo, la manipulación de objetos está conectada con el cerebro, y el
desarrollo del lenguaje oral.
5.3.2. Surgimiento del
lenguaje
El surgimiento y desarrollo
del lenguaje en el hombre no puede desligarse del pensamiento, pues se puede
decir que para que surja el pensamiento se requirió de un sistema de comunicación, que es el lenguaje; y si el hombre
piensa es mediante ideas que se representan en palabras. Pero la pregunta es:
¿cuándo surge el lenguaje en nuestros antepasados?, para ello se ha recurrido a
los siguientes estudios:
-
La posibilidad de habla de los monos actuales, y lo
que se ha descubierto es que el chimpancé y el gorila tienen la capacidad de nombrar objetos y generalizarlo a
otros parecidos,
esto implica que pueden transmitir ideas; pero el problema es elaborar ideas,
con reglas propias del lenguaje; ello implica una capacidad fisiológica de pronunciar palabras, capacidad que no tiene el
chimpancé.
-
La estructura cerebral en la cara interna de cráneos fósiles, como se sabe el cráneo humano es
globular, por lo que alberga mayor cantidad de masa cerebral. Si analizamos el
aumento del tamaño del cerebro, encontramos que
con el Homo habilis hay una capacidad de 800 cc[7],
con el Homo erectus, 1000 cc, y hace cien mil años se llegó a la capacidad actual de 1360 cc.
Hay estudios que plantean que
la forma básica del cerebro humano surgió
hace dos
millones de años, en función a las huellas que
dejan en la cara interna del cráneo fósil.
La zona de Broca (coordina los músculos de la boca, la lengua y la garganta cuando hablamos) y la zona de Wernicke (responsable de la
estructura y sentido del lenguaje) aparecen ya desarrolladas hace dos millones
de años con el Homo habilis, lo que
hace suponer
que tenía lenguaje rudimentario.
5.3.3. Surgimiento de la
conciencia
Mientras que muchos
cuadrúpedos poseen un cerebro reducido, el hombre tiene una capacidad craneana
de 1500 cc como promedio. En esa masa de miles de millones de neuronas radican
muchos secretos del comportamiento humano, que aún no se conocen por completo.
El bípedo humano, en su experiencia productiva, se
enfrentaba a la naturaleza y luchaba por sobrevivir. Durante esta vida, llena
de contradicciones, el hombre recibe estímulos, siente miedo a lo desconocido
(rayo, lluvias, terremotos, etc.). Dejando esto grabado en el cerebro como
información, los hombres en su interacción social adquirían conciencia del
mundo, de su vida, de la flora y la fauna; es decir, reconocían y memorizaban
cualidades y características de su alrededor, pensaban
y racionalizaban sobre esa información que asimilaban, imaginaban y valoraban
los sucesos de su vida.
El ser humano se hacía tal, por su trabajo y transformación de la
naturaleza, a la cual temía y respetaba, pero enfrentaba. El adquirir
conciencia le daba facultades insospechadas, pues consciente y racionalmente
fabricaba herramientas con planificación, previsión y producción colectiva para
rasgar carne, cortar huesos y, posteriormente, elaborar nuevas herramientas
(con chancadores y raspadores se pueden fabricar hachas, cuchillos, etc.). Es
un camino de dominio y transformación de su medio.
Las primeras bandas de
errantes homínidos no podían vivir
aisladamente. La agrupación era y es fundamental. La comunicación entre los
integrantes derivó en el uso del lenguaje,
en la elaboración de nombres de cada cosa y suceso que el hombre conocía. Por
ello, los idiomas corresponden a grupos humanos de diferente región y costumbres.
Asimismo, con la práctica y vida colectiva de los humanos nacían las relaciones
sociales y la sociedad humana, cuya organización no es inmutable, sino
dinámica, pero no por simple cronología, sino que tiene también alteraciones, a
veces lentas y otras por saltos, de acuerdo a las leyes sociales.
Las habilidades que alcanzaba
el antiguo homínido eran repetidas en la
práctica y trasmitidas a los miembros más jóvenes a través de las costumbres,
la educación y otros mecanismos que conscientemente se producían dentro de las
manifestaciones de la actividad humana, las mismas que se irán complejizando
hasta llegar a expresiones como la religión y la política. Aquí el hombre
estaba creando cultura, objetos, conocimientos, simbología; es decir, todo lo
que el hombre genera en su desarrollo social, pero que se transmite por
generaciones, dando la apariencia de estático, lo cual es una falsa percepción.
5.4. EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN
La especie humana no es un
ser aislado del planeta, no apareció de
golpe, es el resultado de un proceso complejo de variaciones y selección
natural, mecanismos orgánicos que modifican al antiguo primate; al enfrentarse
a los llanos de la sabana, logró hacerse bípedo,
apareciendo el homínido, trabajando
herramientas y manipulando objetos de la naturaleza. La dialéctica de su
trabajo, el bipedismo y la manipulación desarrollaron su cerebro, alcanzando en
promedio 1360 cc, elaborando el lenguaje por la necesidad de comunicarse, y la
inteligencia como una síntesis final, carácter distintivo del nuevo miembro del
planeta, el ser humano.
Pero no solo somos un ser
biológico, también somos seres
sociales y gregarios. Vivimos en interrelación con otros individuos y
aprendemos a trabajar, a pensar, nos comunicamos transmitiendo ideas, pensamientos
forjados por el trabajo mismo; como decía Engels:
El trabajo ha creado al ser humano y el
ser humano ha creado trabajo. Nacemos con características físicas
heredadas, pero aprendemos patrones de conducta, valores sociales y también nos
organizamos en diferentes modos de producción.
Lo que distingue al hombre
del resto de las especies es su alto
grado de desarrollo como materia. Queda claro que nos componemos de
elementos químicos y de células como cualquier
ser vivo, pero organizados físicamente de tal manera que al trabajar se obtiene
respuestas extraordinarias.
Hoy en día contamos con innumerables restos óseos que
evidencian el proceso evolutivo, estudiados por científicos como Louis y Richard Leakey, Donald Johanson y Tim White.
Estas pruebas han permitido a
los científicos llegar a la siguiente
conclusión: hace cuarenta millones de
años vivieron primates antropomorfos en los bosques, durante este periodo en la
Tierra se producen grandes cambios en el clima, reduciendo la cantidad de
alimentos; la lucha por la sobrevivencia, los obliga a descender de los árboles
y adaptarse al espacio terrestre.
Los primeros homínidos surgen en el África, hace cuatro millones de años, como los australopitecinos,
quienes llegaron a ser bípedos (caminan en dos pies), tener posición erguida y
coger objetos como piedras y ramas para defenderse; ellos, finalmente, se
extinguieron, al no poder afrontar los cambios de la naturaleza.
Por el contrario, unos homínidos similares a ellos, llamados Homo habilis (2,4 a 1,6 millones de
años), sí lograron sobrevivir gracias a su capacidad de elaborar herramientas,
lo que les permitió conseguir alimentos y satisfacer sus necesidades.
Algunos descendientes del Homo habilis evolucionaron a Homo erectus (1,8 a 250 mil años), el cual tenía mayor capacidad; por ello
llegaron a elaborar herramientas,
usaron el fuego natural e intentaron
mejorar su comunicación en la cacería, obligándoles a desarrollar un lenguaje
incipiente.
Ciertos descendientes del Homo erectus evolucionaron
a Homo sapiens (200,000 a 30,000 años), el cual tenía
la capacidad de generar ideas
abstractas; esto se observa cuando entierran a sus muertos, adoran al tótem
(objeto sagrado), desarrollan el arte rupestre, etc. El Homo sapiens tiene las
características físicas e intelectuales del hombre actual y su adaptación a
determinadas zonas geográficas del planeta ha dado lugar a la diversidad de etnias.
EL
POBLAMIENTO DEL PLANETA
La presencia de la especie
habilis en el continente africano está comprobada por los restos fósiles
encontrados en esa área, confirmando la validez, de su título "Cuna de la
humanidad". Restos de esta especie no se han encontrado en otros
continentes.
Los restos del Homo erectus se han encontrado tanto en
África como en otros continentes, lo que demuestra
que la especie migratoria que salió del África pobló los otros continentes,
específicamente Asia y Europa.
Como los restos de Homo
sapiens sí se han encontrado en todos los
continentes, por lo tanto, se plantea que esta especie fue la que llegó al
continente americano.
Los primeros homínidos, temerosos aún de la naturaleza, debido a su
escasa experiencia y reducida cantidad de herramientas, emigraron de África a
Asia y, luego, a Europa.
El territorio,
casi unicontinental, les permitió movilizarse y adaptarse al nuevo medio, a su fauna y flora para
poder subsistir.
La lucha por la
existencia se daba nuevamente. El trabajo de estos humanos errantes de rasgos
simiescos, equipados con raspadores, hachas y piedras, especialmente para hacer
fogatas, les permitió
subsistir. Las especies de homínidos menos aptos se iban extinguiendo,
asimismo, su organismo, su piel y cabellos se alteraban, alcanzando una
diversidad cromática y morfológica que echa por tierra el concepto de raza,
pues los seres humanos se fusionaban de tal manera que generaban una gran
variedad física, pero homogéneos en su estructura interna.
Hace cuarenta mil
años se produjo una fuerte crisis de la
cacería mayor, debido a que los animales que servían de alimento al hombre se
estaban extinguiendo, provocado por el final del periodo Pleistoceno o era del Hielo. Esto determinó, a la vez, la migración
de algunos animales hacia las zonas frías del Norte de América, que, en esa
época, estaba unida al continente asiático, ya que existía un puente terrestre
(llamado por los geólogos istmo de
Beringia) que emergió debido a la baja del nivel de las aguas de los
océanos, producto del intenso frío glacial; de manera que el agua que existía
estaba en los continentes, pero congelada.
Los restos fósiles encontrados demuestran tener
mayor antigüedad en el norte, mientras que los más recientes están en el sur,
lo que demostraría la validez de esta teoría: el poblamiento fue de norte a
sur. Los primeros grupos humanos llegaron organizados en bandas, simplemente
eran recolectores y cazadores, tenían herramientas de piedra muy rudimentarias.
Las grandes civilizaciones que surgieron posteriormente en América son producto
del trabajo y creatividad del hombre americano.
La
paleoantropología
Es aquella
disciplina proveniente de la rama de la antropología biológica que se ocupa del estudio de la
evolución humana y sus antepasados fósiles, en otras palabras de los homínidos
antiguos. Su objetivo es buscar analizar e interpretar los datos del pasado
humano con el objetivo de explicar el surgimiento del hombre y sus sucesivos
cambios que se produjeron a través del tiempo.
El comienzo de
esta ciencia está unido al de la
historia del hombre de Neanderthal descubierto
en 1856, entre sus principales representantes están Raymon Dart, Richard
Leakey, Eugene Dubois, Donald Johanson, Louis Leakey, entre otros.
PRINCIPALES RESTOS FÓSILES
DE HOMÍNIDOS
|
||||
Género
|
Especie
|
Antigüedad
|
Descubridor
|
Lugar
|
Australopitecus
|
anamensis
|
4 100 000 años
|
Alan Walker y Meave
Leakey
|
Cerca de Turkana (Kenia)
|
Australopithecus
|
afarensis "Lucy"
|
3 200 000 años
|
Donald Johanson
|
Hadar (Etiopía)
|
Australopitecus
|
afrícanus "niño de
Taung"
|
2 500 000 a 3
000 000 años
|
Raymond Dart
|
Taung (Sudáfrica)
|
Homo
|
habilis
|
2 000 000 años
|
Richard Leakey
|
Lago Rudolph Turkana (Kenia)
|
Homo
|
habilis
|
1 800 000 años
|
Louis y Mary Leakey
|
Olduvai (Tanzania)
|
Homo
|
erectus
|
1 600 000 años
|
Nouyen Kimea-Richard Leakey
|
Turkana (Kenia)
|
Homo
|
erectus
|
600 000 años
|
Eugéne Dubois
|
Java Trinil (Indonesia)
|
Homo
|
erectus
|
300 000 años
|
Davison Black y Teilhard
de Chardin
|
Choukoutein Pekín (China)
|
Homo
|
sapiens
|
100 000 años
|
Cari Fuhlrott
|
Neanderthal Dusseldorf
(Alemania)
|
Homo
|
sapiens
|
30 000 años
|
Luis Lartet
|
Dordoña (Francia)
|
5.6. PRINCIPALES RESTOS
FÓSILES DE HOMÍNIDOS
Según los estudios de Paleoantropología (estudio del hombre antiguo), la "Cuna de la
humanidad" fue África Oriental y Meridional, principalmente el Gran Rift,
depresión geográfica entre Etiopía, Kenia y Tanzania, donde se ha encontrado
los restos más antiguos de homínidos, que nos sirve para entender el proceso de
hominización.
Como la evolución
no fue sólo
un proceso biológico, sino
también social, se ha desarrollado
una ciencia específica,
diferente de la
Paleontología, denominada Paleoantropología. Esta es una ciencia
que estudia objetivamente al hombre primitivo y define su marco científico de
investigación en el origen, evolución biológica y social, interrelación y
migraciones de los primeros homínidos, describiendo sus características
anatómicas a partir de fósiles sumamente antiguos. La datación ha sido posible
gracias al empleo de potasio-argón, isótopo
radiactivo presente en los
organismos vivos y cuya desaparición
(del potasio) tomó millones de años y también en el terreno
volcánico del Gran Rift que ha preservado los restos fósiles, huellas de
pisadas (Laetoli) y toscos utensilios primitivos. Para tratar de llegar a una
comprensión del problema vamos a describir las características antropológicas
de ambos géneros y sus principales especies.
5.6.1. Género australopitecino
A. Australopithecus anamensis
Estos restos fósiles han sido descubiertos en Kanapoi,
Kenia, cerca de Turkana por los paleoantropólogos Alan Walker y Meave Leakey;
se encontró dientes, fragmentos de húmero y tibia y su antigüedad demuestra que
el anamensis es el homínido más antiguo descubierto hasta ahora.
Existe, sin embargo, un estudio en proceso de
investigación de unos fósiles más antiguos (4400000 años) encontrados al
noreste de Turkana, en una localidad
llamada Aramis, en Etiopía. El
trabajo es dirigido por el norteamericano Tim
White y el etíope Berhane Asfaw.
Dadas las características antropológicas de su hallazgo, en 1994, lo han
denominado Ardipithecus ramídus, pues es bastante distinto al género
Australopithecus y podría tratarse de un género de homínidos diversos, quizás
más remotos y vinculados a monos antropomorfos, como ancestros del chimpancé y
el hombre; por ahora se trata de determinar si eran bípedos o no. White ha dicho que los Ardipithecus
serían el "eslabón perdido" entre los hombres y los monos.
B. Australopithecus afarensis
Las primeras pruebas de esta especie fueron las sesenta
nueve huellas de pisadas encontradas en Serengeti, Tanzania, sobre un lugar
llamado Laetoli, cerca del volcán
Sadiman, cuya erupción arrasó los bosques de acacias y el río, haciendo huir a
sus habitantes, quienes dejaron sus pisadas impresas en las cenizas del volcán.
El descubrimiento de estas huellas, por Mary
Leakey, permite demostrar el dimorfismo sexual, es decir, las grandes
diferencias entre el macho y la hembra de la especie. Si bien el macho era mucho más grande, era la
hembra la que estaba al mando del grupo, pues las pisadas de él están
siempre después de ella. Sin lugar a dudas eran bípedos. El más importante hallazgo de fósiles de la especie
afarensis lo constituyen los restos denominados "Lucy", que corresponden a una joven hembra Australopithecus
descubierta por el paleoantropólogo Donald
Johanson, en el año 1974, en un lugar llamado Hadar, Etiopía. Los restos
fósiles de "Lucy" tienen una antigüedad de tres millones cien mil años, y presenta huesos de un tórax cónico
con amplio vientre y extremidades que demuestran su bipedismo. Si bien su
cerebro es aún muy pequeño, sus rasgos evolutivos llevan a muchos científicos a
considerar a "Lucy" como "madre de la humanidad".
Se sostiene que la especie afarensis engendró, en su
evolución, no solo nuevas especies de Australopithecus, sino también a la
primera especie del género Homo.
C. Otros Australopithecus
En general, se han descubierto en África hasta siete especies de Australopithecus. La primera fue la
especie bautizada afrícanus, hallada en la cueva de Taung, Sudáfrica, por el antropólogo Raymond Dart, en 1925. Se trataba del cráneo fosilizado de un niño
cuya médula espinal no salía del costado sino de la base inferior del cráneo,
demostrando su bipedismo y su desarrollo cerebral; es llamado "Niño de
Taung" (25000 000 años de antigüedad).
Los restos fósiles Australopithecus, llamados robustus, presentan fuertes mandíbulas,
pero eran, por lo general, de carácter herbívoro. Su mano estaba poco
especializada y no fabricaba herramientas, pero usaba palos y huesos como
defensa y utensilios. Este grupo es contemporáneo a los primeros del género
humano, por lo que ya no pertenece a nuestra rama evolutiva.
En 1995, Michel
Brunet en Koro Toro Chad (oeste del valle del Rift) encontró una mandíbula
de tres y medio a tres millones de antigüedad al que llamó Abel; se considera a este descubrimiento dentro de la especie
bahrelghazali.
5.6.2. Género Homo
A. Homo habilis
En 1959, Leakey
y Tobías descubrieron en la región
del Rift, cerca del lago Turkana,
los restos fósiles del más antiguo ancestro directo del Homo, el habilis. En
1964, Leakey desenterró restos del mismo tipo de homínidos en la garganta de
Olduvai, en Tanzania, con
características bastante diferentes
a los Australopithecus. Por ello,
Leakey afirmaba:
No es válida la idea común
sobre la existencia de tres simples etapas sucesivas de homínidos: la primera
representada por los Australopitecus, la segunda por los Pithecantropus y la
tercera el Homo. Y que por lo menos dos ramas distintas han evolucionado de
manera contemporánea: el Australopitecus afrícanus y el Zinjantropus boisei
(luego reclasificado como Australopithecus robustas boisei).
Pero, ¿tuvieron un ancestro común? La extinción de los
Ausiralopithecus determinó el proceso monogenista, es decir, una sola línea en
la hominización.
Los Homo habilis
pudieron sobrevivir e imponerse en el África, a diferencia de sus parientes
colaterales Australopitecus por un
factor principal: el trabajo.
Como dice Engels:
El trabajo comienza con la elaboración
de instrumentos y esa era, precisamente, la característica del Homo habilis: la fabricación de
herramientas de piedra, madera o hueso. Su altura era de solo 1,20 m y su peso
37 kg. era igual al menor de los Australopithecus
robustus boisei; pero pudo prevalecer y continuar el lar proceso de la
hominización.
Los instrumentos que el hombre fabricaba eran toscos,
tallados de piedra, lascadas por ambos lados: hachas rudimentarias; pero
sobrevivió con ellas ante un medio natural cambiante de manera radical. La era
Terciaria concluyó con una fase calurosa en extremo, que condujo a la desertificación
de los bosques del África Meridional y Oriental.
La causa de estos fenómenos climáticos la encuentran
algunos estudiosos en una actividad solar anómala y otros en la mutabilidad de
la elíptica del planeta o la oposición de los polos y el eje terrestre. Ese
proceso se demuestra por el hallazgo de fósiles de fauna cálida en la Antártida
y del Polo Norte en Hawai. El antropoide arborícola concedió paso a los bípedos
(homínidos) y, entre ellos, el género Australopithecus cedió ante el Homo habilis.
La era Cuaternaria se caracterizó, en sus primeras
fases, por la sucesión de grandes periodos glaciares y cortos interglaciares.
Gracias a las investigaciones de los científicos Penck y Brucknet se han
determinado hasta cuatro ciclos glaciales: Gunziense, Mindeliense, Rissiense y
Wurmiense. Los grandes glaciares (cordilleras heladas) avanzaban y la
vegetación retrocedía, las condiciones climatológicas y ambientales según el
alemán Weinert, fueron un factor importante de la selección natural. Las
especies que pudieron adaptarse por sus condiciones biológicas sobrevivieron,
otras emigraron. A esta etapa del Cuaternario se le denomina Pleistoceno y,
según Weinert, el "hombre no hubiera sido posible sin el periodo
glacial", refiriéndose a las condiciones materiales de la humanización.
Fue entonces que se desarrolló la llamada Pebble
culture o industria lítica de guijarros, que nuestros ancestros
directos, los Homo habilis, emplearon para desarrollar recolección
indiferenciada de raíces, frutos silvestres e insectos como las termitas luego,
pequeños roedores.
No resulta fácil distinguir al Homo habilis de los Australopithecus en cuanto a sus rasgos
anatómicos, pero sí en cuanto a su habilidad de confeccionar herramientas
(producto de su trabajo creativo),
talladas en piedra en la región del Rift.
Los cambios radicales propios del periodo interglaciar
permitieron el desarrollo de una fauna pleistocénica de grandes mamíferos
depredadores, solo los homínidos capaces de organizarse en bandas de cazadores
y fabricantes de armas bifaciales (Homo
faber), lograron sobrevivir; estos homínidos, luego, dieron origen a una
nueva especie: Homo erectus.
B. Homo erectus
El fósil más antiguo de esta especie fue descubierto,
en 1984, en Nariokotome, Kenia; es conocido como "el muchacho de
Turkana", y desplaza en antigüedad al famoso Pithecantropus erectus.
Dentro de sus características generales estaba su
estatura promedio de 1,60 m; cazador de animales vivos, pero sin mayor
especialización (caza indiferenciada) integraban bandas que usaban hachas
(talladas en sílex sobre dos caras), mazos y jabalinas.
Su reacción ante los cambios en el medio fue emigrar,
acción que se veía facilitada su capacidad de desplazarse erguido
permanentemente.
Así es como los estudios han podido descubrir fósiles
de Homo erectus fuera de África. Por
ejemplo, en Europa, los restos de Atapuerca, España, a donde llegaron cuando el
estrecho de Gibraltar fue transformándose en un puente terrestre gracias a las
glaciaciones.
Sin embargo, son especialmente reveladores los fósiles
de Homo erectus descubierto en Asia.
Entre 1881 y
1892, el doctor
Eugene Dubois desenterró
en Java (isla de
Indonesia) un molar,
una bóveda craneana, un fémur,
un diente y fragmento de mandíbula de un Homo erectus que él denominó Pithecantropus
erectus (hombre mono erguido) de seiscientos mil años.
Años después, en 1921, el sueco Gunnar Anderson
encontró molares similares en China, lo cual incentivó los trabajos de Davidson Black entre 1927 y 1929. En
las cavernas de Chokoutien fueron hallados los fósiles de al menos cuarenta
individuos que fueron bautizados como Sinanthropus
pekinensis, los dos actualmente reclasificados como Homo erectus.
En dichas cavernas de China se encontró carbón de
madera, cenizas v vestigios de fuego,
así como huesos humanos fosilizados cuya médula fue extraída, presentando
rastros de antropofagia. Esto revela
la extrema escasez de alimentos que lo obligaba al nomadismo; nuevamente los
cambios radicales en el medio ambiente generaron la desaparición de la flora y
la fauna que le servían de sustento. La selección natural permitía la
supervivencia de seres más grandes y protegidos del frío glacial, conocidos
generalmente como megafauna pleistoccnica (mamuts, rinocerontes lanudos, megaterios,
etc.), cuya caza implicaba una mayor especialización, mejores herramientas,
coordinación de la caza colectiva, etc.
C. Homo sapiens
Los primeros Homo sapiens fueron hallados en
Zambia, África; sin embargo, los restos fósiles más notables de esta especie
han sido estudiados por Johann Karl Fuhlrott en Alemania, donde unos
obreros los desenterraron cerca de
Dusseldorf, en la cueva del valle de Neanderthal.
El hombre de Neanderthal medía 1,63 m, pero con una
gran capacidad craneana de 1500 cc, con un maxilar prominente, pero desprovisto
de mentón. Otras excavaciones en Bélgica, Francia, España, Italia, Croacia,
etc. demuestran su generalización desde Europa hasta Israel.
Esta subespecie desarrolla una técnica lítica llamada Musteriense, que demuestra una notable
especialización en el tipo de caza mayor que practicaban; incluso ponía mango a
sus herramientas para mejorar su eficacia.
El hombre de Neanderthal muestra, sin embargo, otro
rasgo característico de nuestro desarrollo cultural; un sistema de creencias
que ha sido llamado "ideología primitiva", y que estaba relacionada
con su estructura productiva basada en las relaciones colectivas de producción,
en torno a la depredación especializada. Aquí, además, se puede apreciar los
inicios de una especialización laboral en base al sexo (los hombres cazaban y
las mujeres recolectaban, primordialmente).
Los muertos eran enterrados en tumbas concéntricas, con
piedras y huesos de animales como ofrenda. Posteriormente, confeccionaron
tumbas sepultadas bajo bloques de piedra, como para "impedir que saliera
el muerto". Probablemente, esto se debía a la creencia de que este
volvería con mayor poder y con diferente filiación a la de la banda que
perteneció en vida.
También se desarrolló la creencia en un tótem o ser superior de la naturaleza
misma, que sería su antepasado y le daría protección con poderes
extraordinarios a ciertos animales; sin llegar a levantarle altares, ofrecer
tributos, ni rituales en su nombre, esas características corresponden a la
religión aparecida durante el Neolítico.
El Homo sapiens
neanderthalensis existió durante el último periodo interglaciar y al inicio
de la glaciación de Würm (15000 y 5000 a.n.e.). Esta etapa representó una fase
de grandes cambios, en la que se difundió una nueva subespecie: el Homo sapiens sapiens.
En 1868, fue descubierto en Dordoña, Francia, el resto
fósil de un individuo con rasgos muy distintos al Neanderthal. Tenía una
estatura de 1,80 m y su cráneo era de forma similar a la nuestra; se trataba
del hombre de Cro-Magnon, estudiado por Luis
Lartet.
Este hombre de Cro-Magnon tiene una antigüedad,
aproximada, de 35000 años; fue un cazador especializado que inició la pesca y
otras actividades productivas y también desarrolló el arte parietal y mobiliar.
Fue el directo antecesor del hombre europeo actual.
5.7. ALGUNAS CONCLUSIONES
SOBRE LA EVOLUCIÓN HUMANA
Desde 1891, año en que Eugene Dubois encuentra en Java los restos del Pithecantropus erectus, el mundo científico contemplará el hallazgo
ininterrumpido de un sinnúmero de fósiles de homínidos, los cuales, a pesar de
haber pasado más de un siglo de las afirmaciones hechas por Engels en los borradores
de Dialéctica de la naturaleza, no hacen otra cosa que corroborar sus tesis
fundamentales con respecto a la evolución humana.
Científicos de todo el mundo redescubren sus
planteamientos a la luz de los datos estudiados en su método positivista de
aproximación a la realidad, que no hace más que demostrar que el materialismo
dialéctico es la vía más completa para aprehender la realidad y que las
concepciones metafísicas no son más que una traba para el desarrollo del
conocimiento humano.
Sistematizando los avances a los que ha llegado la
Antropología física en las últimas décadas, corroboramos las tesis centrales de
Engels sobre la hominización con los datos interpretados en base al registro
fósil, así como de los avances en la biología molecular.
5.7.1. Pasos de la evolución
humana
Condición fundamental: TRABAJO.
A partir de los trabajos de los esposos Louis y Mary
Leakey es prueba irrefutable para la diferenciación de especímenes de
homínidos, la presencia de herramientas encontradas cerca o en la misma
ubicación de los primeros miembros del género Homo.
Se ha demostrado que la única forma de lograr la
ingesta de carne, para estos primeros humanos, fue elaborando herramientas, por
el estudio de su dentadura (caries, desgarramiento) y el logro de su digestión
cocinando sus alimentos, por ello fue importante el uso del fuego.
Las pisadas de Laetoli comprueban que los homínidos
lograban su supervivencia de manera colectiva.
Factores
A. Bipedismo
Se ha comprobado que el bipedismo y el andar erguido
están relacionados con la posición del agujero occipital, que, al ser central
en los homínidos, permite la expansión del cráneo y cobertura para el cerebro.
El bipedismo humano libera al cerebro, permitiendo que
este reciba sangre y que el flujo se dé fácilmente, llegando a aumentar su
volumen hasta 1500 cc.
Las pruebas que demuestran el bipedismo en los
homínidos son la articulación de la pelvis y fémur de Lucy y las pisadas
Laetoli.
B. La manipulación de
artefactos
El pulgar oponible está presente en todos los simios,
pero la especialización de la mano va en correlación con la especialización de
nuestro cerebro.
Mucho de la coordinación de movimientos que realizamos
sería imposible con el tamaño de cerebro que poseen los chimpancés. Por
ejemplo, nuestros brazos no podrían soportar la braquiación[8], ya que al recortarse
perdieron esa función, pero, a su vez, se logra gran ahorro de energía que va a
nuestro cerebro.
C. Cerebro y lenguaje
La aparición del lenguaje fue expresión de la necesidad
de comunicación social, pero no pudo darse sin las condiciones biológicas
necesarias. Se ha comprobado la existencia del área de Broca[9]
en los neanderthalensis, necesaria para la elaboración del lenguaje. La
presencia de cuerdas vocales y las áreas en el cerebro fueron estimuladas por
la comunicación, al punto de aprender el habla. Con la experiencia acumulada se
iban sistematizando un conjunto de sonidos que llegaron a ser las primeras
palabras que, luego, conformaron un lenguaje articulado que permitía la
difusión de un conjunto de elementos culturales adquiridos por esta vía más
rápidamente, de generación en generación.
D. Cerebro y conciencia
El cerebro, a partir de impulsos nerviosos, registra
información que nosotros adquirimos en nuestro continuo roce social.
El cerebro humano, mientras aumentaba en volumen,
acumulaba más y más información, la cual procesa, analiza y emplea para
resolver problemas, enviando señales a otras partes del cuerpo, presentándose
una relación dialéctica entre la función cerebral, los sentidos, la conciencia
y los órganos humanos del resto del cuerpo.
Es así que la conciencia es tan solo la expresión de la
realidad social que rodea nuestro entorno. Con el estudio del genoma humano se
ha querido biologizar todas estas actitudes, "encontrando" un gen
egoísta, un gen de vínculo maternal, etc., y reduciendo nuestra condición a un
animal programático que viene de "origen" con estas fallas.
La evolución física humana se ha hecho lenta en los
últimos siglos, y lo más notable es el cambio tecnológico; pero no debemos
perder de vista nuestra relación con el planeta y con la vida natural que aún
tiene una deuda y eliminar las diferencias sociales ya que todos somos seres
humanos. Las razas son simplemente producto de la adaptación al clima y a un
determinado medio geográfico; en cambio, la pobreza no es característica de una
raza o especie humana, es consecuencia de relaciones sociales injustas.
-------------------------------------------------------------------------------------------
[1] NIESTURJ, M. F El origen
del hombre. Moscú: Editorial MIR. 1972, p. 11.
[2] Ibíd., p.
12.
[3] Borisov, Zhamin y Makarova. Diccionario de economía política. Barcelona: Editorial Grijalbo, p. 235.
[4] NIESTURJ, M. F . Op. cit, p. 170.
[5] ENGELS, Friedrich. "El papel del trabajo en
la transformación del mono en hombre", en
Obras escogidas de Karl Marx y Friedrich
Engels. Moscú: Editorial MIR, p. 373.
[6] Leslie de Ángelo rescata, actualmente, la
importancia del consumo de carne en el desarrollo del cerebro.
[7] Centímetros
cúbicos.
[8] Desplazamiento de los simios en el cual se cuelgan de
las ramas de los árboles por los brazos en vez de caminar utilizando sus
extremidades (en cuatro patas).
[9] Situada por debajo del área motora del cerebro
(tercera circunvolución frontal o inferior), el área de Broca es responsable de
los movimientos musculares de la región faríngea y de la boca implicada en el
habla. El nombre se le debe al cirujano francés Paul Broca.
Fuente: Historia de la Humanidad.