jueves, 17 de enero de 2019

ORIGEN DEL HOMBRE


ORIGEN DEL HOMBRE


5.1. ANTECEDENTES
Desde tiempos antiguos, los pueblos crean leyendas acerca del origen de los primeros hombres, y ello por el escaso desarrollo de la ciencia, que no le permitía explicar de manera racional su origen. Así, por ejemplo, la leyenda bíblica acerca de la creación del primer hombre con "arcilla roja" por una divinidad que animó esta materia con una partícula de su espíritu, con su "alma inmortal". Acorde con el mito bíblico está el musulmán, en el que se dice sobre Allah: Es el que mejora a cada cosa su creación y manifestó la creación del hombre de barro, luego puso su cimiento de un extracto de agua vil, luego diole forma y soplo en el de su espíritu[1].
Las interrogantes, ¿qué somos?, ¿de dónde venimos?, que continuamente se hace el ser humano, tienen varios siglos. Los pensadores griegos Demócrito y Leucipo reflexionaron al respecto, pero el conocimiento de su época (s. VI a.n.e.) estaba muy limitado; sin embargo, lograron sospechar que los humanos tenemos un parentesco con el resto de las especies, a través de la visión materialista que ellos tenían sobre el mundo, la naturaleza y la vida.
Luego de varios siglos, con el advenimiento de los filósofos humanistas, aquellos pensadores del s. XVI d.n.e., que rompieron con el pensamiento dogmático fatalista y se adhirieron al raciocinio de tomar al hombre como referencia y medida de todas las cosas, el conocimiento sobre los orígenes humanos se hizo más claro. Los ilustrados (s. XVIII) empezaron a plantear la evolución social, el desarrollo de regularidades en la naturaleza y en la sociedad y, lo más importante, postulaban que lo humano y lo social son un producto, un resultado de prácticas e interacciones entre las personas con su medio.
En el s. XIX, la Antropología aparecía en la escena científica como la "ciencia del hombre", el estudio del ser humano, como organismo en la tierra y agente cultural, transformador y creador.

5.1.1. Explicaciones durante el Esclavismo y el Feudalismo
Desde tiempos antiguos se observaron las semejanzas entre los hombres y los demás animales, y poco a poco surge la idea del origen natural y no divino de la especie humana.
En Grecia ya se observaban planteamientos acerca de las características del cuerpo humano y sus órganos, en especial la mano, señalándola como órgano del trabajo, como afirmaban los filósofos griegos Anaxágoras (500-428 a.n.e.) y Sócrates (470-399 a.n.e.); y sobre el desarrollo natural del hombre escriben Empédocles (V a.n.e.) y Anaximandro (VI a.n.e.).
Posteriormente, en las obras de Aristóteles (384-322 a.n.e.) e Hipócrates (460-377 a.n.e.) se explican las diferencias entre el hombre y los demás mamíferos, así como también se estudia al cuerpo humano y sus funciones. Un aporte de Aristóteles fue hacer un estudio del cuerpo humano, indicando cuál es el lugar del hombre en el reino animal y diferenciando al hombre del animal por el desplazamiento erguido, el encéfalo de grandes dimensiones y por el lenguaje y la razón[2].
Posteriormente, durante el desarrollo de la etapa imperial romana, el médico Claudio Galeno (180-201 d.n.e.) establece la semejanza en la constitución corporal del hombre y los simios. Con el decaer del esclavismo en Roma y el surgimiento del sistema feudal, los criterios rígidos del creacionismo se impusieron a lo largo de diez siglos (V-XV d.n.e.).
La Iglesia católica tuvo el monopolio a través de la Biblia y sus paradigmas filosóficos la patrística y la escolástica, la interpretación de que todos los humanos somos producto del milagro divino a imagen y semejanza. Esta concepción predominó en los intelectuales medievales y en los sectores populares de entonces.

5.1.2. Explicaciones durante el surgimiento del Capitalismo
Durante el s. XVI, los estudiosos Andrés Vesalio (15 14-1564) y William Harvey (1578-1657) estudiaron la estructura interna del cuerpo humano, lo que permitió afirmar la concepción materialista acerca del ser humano.
En el s. XVII, el estudio de los simios, en especial el chimpancé, sirvió para establecer comparaciones, como en el caso del inglés Edwar Tyson, quien publicó un estudio completo acerca de la estructura del chimpancé. En el s. XVIII, el científico sueco Carl von Linneo (1707-1778), al hacer una clasificación del reino animal, sitúa al hombre cerca de los antropoides y lo considera del género Homo y de la especie Homo sapiens (hombre racional), pero mantiene un punto de vista creacionista, pues, para él, lo racional en el hombre proviene de una partícula de sabiduría divina.
También en el s. XVIII, en la segunda mitad, el francés Georges Buffon (1707-1788) hace un estudio del hombre y de los antropoides, diferenciándolos unos de otros y, a la vez, ubicando al hombre sobre el reino animal por sus facultades espirituales, a las que atribuía un origen divino.
En el s. XIX, particularmente en los inicios, se lograron conocimientos más avanzados acerca del hombre, los animales y vegetales de diversas regiones. Se habían obtenido mayores conocimientos de los animales fósiles y la evolución de la Tierra, sobre todo gracias a las investigaciones de Georges Cuvier (1769-1832) y Charles Lyell (1797-1875). Con el desarrollo de las ciencias naturales, la Paleontología, etc., la idea de la inmutabilidad de las especies animales y vegetales empieza a cambiar. En el campo de la Biología se encontraron indicios de la evolución del mundo orgánico, siendo uno de los precursores Jean Baptiste de Lamarck (1744-1829), quien, en su obra Filosofía zoológica, da a conocer pruebas de la evolución de animales y vegetales, y sostiene que los organismos modernos derivan de los antiguos mediante la evolución; también dejó la posibilidad que, en el transcurso del tiempo, el hombre haya surgido del desarrollo del mono. En contraposición a este planteamiento evolucionista, el paleontólogo francés Georges Cuvier defendía la tesis de la inmutabilidad de las especies desde la creación del mundo.
El desarrollo de las concepciones evolutivas se encuentra enmarcado en el contexto del desarrollo de la Revolución industrial. Nunca se había experimentado, anteriormente, un desarrollo tan vertiginoso de las fuerzas productivas, que fue respaldado por la burguesía en su lucha por afianzar el predominio del sistema capitalista. Los filósofos franceses iniciaron un largo recorrido de tentativas para encontrar el origen de las especies de seres vivos, a partir del descubrimiento de los primeros restos fósiles, que abrieron muchas incógnitas al respecto.
Una de las incógnitas a despejar era la antigüedad de la Tierra, ya que se hacía imprescindible su conocimiento para demostrar que el origen de las especies es producto de un largo camino de transformaciones. Fue el geólogo inglés Charles Lyell quien dio sustento científico a la longevidad de la Tierra, demostrando la estratificación de las capas terrestres. Hubo avance en el conocimiento de la naturaleza, sobre todo en Geología, donde cada vez eran más patentes las variaciones ocurridas en los estratos de la corteza terrestre, así como en los restos fósiles de animales y plantas, que en estas capas aparecían. Pero, será otro inglés quien, en sus estudios biológicos y recorriendo todo el mundo podrá lograr la acumulación de una serie de informaciones que le permitirá elaborar una teoría con respecto al origen de las especies: Charles Darwin.

5.2. EL APORTE DE CHARLES DARWIN
Charles Darwin (1809-1882) nació en Inglaterra. Como naturalista efectuó un viaje alrededor del mundo a bordo del Beagle, que le sirvió para recopilar una gran cantidad de información y materiales de zoología botánica, paleontología y geología, los cuales le permitieron plantear la idea de la variabilidad de las especies. Su aporte más importante es el descubrimiento de la selección natural, que transforma las especies de animales y plantas en relación a la naturaleza. En su obra cumbre El origen de las especies por medio de la selección natural, Darwin afirmó que las variaciones adquiridas y constantemente empleadas, probablemente, se vuelven útiles y son transmitidas por herencia.
Y, en 1871, en su obra La descendencia del hombre y la selección en relación al sexo, habló específicamente sobre la evolución humana. Pero, ¿qué conocimientos y  avances de la ciencia le permitieron llegar a su teoría?
En esa época existieron trabajos muy importantes como Filosofía zoológica de Lamarck y La evolución humana de Ernst Haeckel, los estudios de geología y los cambios en la Tierra de Lyell, la bóveda craneana de Neanderthal (descubierto en 1856) y los hallazgos arqueológicos de piedra de Boucher de Perthes (1788-1868), que posibilitaron probar la existencia del hombre por encima de los 6 mil años de antigüedad, como lo postulaba la tesis creacionista de esa época.
De igual manera, la Embriología demostraba la semejanza evolutiva del hombre con los demás animales; la Taxonomía, que clasifica a los seres vivos de acuerdo a su semejanza; también los avances de la Paleontología, que estudia los fósiles de animales y plantas, su distribución y desarrollo.

5.2.1. Rasgos de semejanzas entre el hombre y los antropoides
¿Estamos emparentados con el chimpancé y el gorila? Darwin señalaba que sí, su apariencia simiesca, los cinco dedos, las glándulas mamarias, la vista frontal esteroscópica, corresponden tanto a los chimpancé, los gorilas, como a los seres humanos por igual. Los monos antropoides se protegen entre sí, los machos cortejan a las hembras y las mamás chimpancé adoptan a los bebés, si en caso estos pierden a sus padres. Podemos clasificar los rasgos de la siguiente manera:
-       Las dimensiones grandes en el encéfalo y los surcos muy fuertes se manifiestan entre los antropoides, al igual que en el hombre. La capacidad de usar métodos y objetos para lograr un fin implica una actividad nerviosa superior, lo cual demuestra la relación entre el humano y su pariente antropoide.
-       En los sentidos, como en la vista, donde las excitaciones pasan a los hemisferios correspondientes, como el olfato y el oído, que en el caso del hombre el pabellón de la oreja logró un mayor desarrollo por el lenguaje sonoro y el lenguaje articulado.
-       En el cráneo. En los primeros homínidos (australopitecinos) se nota la cresta occipital, que caracteriza a los antropoides, y que va desapareciendo en los especímenes del género Homo. Así como el arco supraorbitario prominente y la frente en declive.
-       En el esqueleto, por ejemplo los antropoides tienen de doce a dieciocho pares de costilla, esternón ancho, las alas en los huesos ilíacos, caja  toráxica ancha, la forma de los huesos de los cinco dedos.
-       En el sistema muscular, está en alto desarrollo la musculatura mímica de la cara.
-       En la estructura de los órganos digestivos, en la estructura de los dientes, etc.

5.3. EL APORTE DE ENGELS
El rol del trabajo en la evolución humana fue expuesto con rigurosidad científica, por primera vez, por Engels. Los borradores de Dialéctica de la naturaleza nunca pudieron ser completados debido a que Friedrich Engels se dedicó a la culminación de la obra monumental de Marx: El capital. Así y todo, Engels nos dejó un derrotero científico en estas breves, pero contundentes páginas.
Si bien es cierto el hombre tiene semejanzas con los antropoides (en la estructura, aspectos biológicos), también presenta rasgos anatómicos y fisiológicos que solo pueden ser explicados por lo particular de su evolución, que tuvo como base al antropoide antiguo con la influencia del trabajo. Nuestra postura erecta fue condicionada por la actividad más vital del ser humano: el trabajo; ¿pero, qué es el trabajo? Se define así: Proceso que se efectúa entre los hombres y la naturaleza, y en el cual los hombres, valiéndose de los instrumentos de trabajo, y actividad dirigida a un fin, modifican los objetos de la naturaleza, de modo que con estos puedan satisfacer sus necesidades[3].
Ahora, el manejo de objetos naturales no fabricados (no transformados por el hombre) puede considerarse como forma embrionaria de actividad laboral, y los instrumentos (herramientas) que utiliza el hombre le permiten aumentar su fuerza física y poder superar su lucha con la naturaleza; pero no solo superarla, sino también, con el tiempo, convertirse en el dominador de la naturaleza.        .
Pero el órgano del trabajo es la mano y la dirección de esta proviene del cerebro, de tal manera que hablar de trabajo es tener en cuenta la interacción del aspecto biológico y el aspecto racional, permitiendo que esta actividad esté encaminada hacia un fin, la satisfacción de las necesidades con un objetivo, por lo tanto, social.
Para hablar de las funciones de las manos para el trabajo es necesario referirnos a la posición erecta. Sabemos que la condición anterior a esta fue el bipedismo (desplazamiento en dos extremidades), lo que modificó la estructura del cuerpo, como la planta del pie, que adquirió un arco longitudinal y su dedo pulgar muy desarrollado, sirviendo de sostén al cuerpo; en la mano, el dedo pulgar oponible y desarrollado, que permite una mejor manipulación y capacidad prensil, del tacto en las yemas de los dedos; la forma de la columna vertebral; la proporción corporal definida; piernas más largas y brazos más cortos; etc.
La mano y su desarrollo como órgano de trabajo es el resultado de su liberación, es consecuencia de la posición erecta y el bipedismo, y de su pérdida de funciones como prensora y ayuda en la locomoción; esto se debe a la influencia del trabajo y, a la vez, a que se liberó de la función de apoyo en la locomoción, por ello su versatilidad y la marcada diferencia de cada uno de los dedos.
Así, definitivamente, La liberación y transformación de las manos adquieren así el carácter el momento crucial en la antropogenia, por cuanto la mano constituye un órgano del trabajo y el trabajo social crea al hombre[4].

5.3.1. El cerebro y la actividad nerviosa del hombre
Respecto al tema, Engels nos dice: Primero el trabajo y después de él y con él, la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales, bajo cuya influencia el cerebro del antropoide antiguo se fue transformando gradualmente en cerebro humano, y a medida que se desarrollaba el cerebro desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos, los órganos de los sentidos[5].
El desarrollo del cerebro humano fue facilitado por las cualidades anatómico-fisiológicos del cerebro de sus antepasados. Por el tránsito a la locomoción erecta, que al situar al cerebro en posición vertical con respecto al hombre, hizo posible mayor circulación sanguínea. Igualmente, la dieta carnívora[6], el desarrollo de una vida en sociedad y, finalmente, el empleo de instrumentos (piedras, palos) para defenderse. Pero, ¿cómo se da la influencia de las manos?, la posición erecta le dio funciones prensiles y percutoras permitiendo perfeccionamiento en el uso de las manos. El pulgar oponible, ante el resto de los dedos, se convirtió para el homínido en la mejor herramienta de trabajo. Y, asimismo, la manipulación de objetos está conectada con el cerebro, y el desarrollo del lenguaje oral.

5.3.2. Surgimiento del lenguaje
El surgimiento y desarrollo del lenguaje en el hombre no puede desligarse del pensamiento, pues se puede decir que para que surja el pensamiento se requirió de un sistema de comunicación, que es el lenguaje; y si el hombre piensa es mediante ideas que se representan en palabras. Pero la pregunta es: ¿cuándo surge el lenguaje en nuestros antepasados?, para ello se ha recurrido a los siguientes estudios:
-       La posibilidad de habla de los monos actuales, y lo que se ha descubierto es que el chimpancé y el gorila tienen la capacidad de nombrar objetos y generalizarlo a otros parecidos, esto implica que pueden transmitir ideas; pero el problema es elaborar ideas, con reglas propias del lenguaje; ello implica una capacidad fisiológica de pronunciar palabras, capacidad que no tiene el chimpancé.
-       La estructura cerebral en la cara interna de cráneos fósiles, como se sabe el cráneo humano es globular, por lo que alberga mayor cantidad de masa cerebral. Si analizamos el aumento del tamaño del cerebro, encontramos que con el Homo habilis hay una capacidad de 800 cc[7], con el Homo erectus, 1000 cc, y hace cien mil años se llegó a la capacidad actual de 1360 cc.
Hay estudios que plantean que la forma básica del cerebro humano surgió hace dos millones de años, en función a las huellas que dejan en la cara interna del cráneo fósil.
La zona de Broca (coordina los músculos de la boca, la lengua y la garganta cuando hablamos) y la zona de Wernicke (responsable de la estructura y sentido del lenguaje) aparecen ya desarrolladas hace dos millones de años con el Homo habilis, lo que hace suponer que tenía lenguaje rudimentario.

5.3.3. Surgimiento de la conciencia
Mientras que muchos cuadrúpedos poseen un cerebro reducido, el hombre tiene una capacidad craneana de 1500 cc como promedio. En esa masa de miles de millones de neuronas radican muchos secretos del comportamiento humano, que aún no se conocen por completo.
El bípedo humano, en su experiencia productiva, se enfrentaba a la naturaleza y luchaba por sobrevivir. Durante esta vida, llena de contradicciones, el hombre recibe estímulos, siente miedo a lo desconocido (rayo, lluvias, terremotos, etc.). Dejando esto grabado en el cerebro como información, los hombres en su interacción social adquirían conciencia del mundo, de su vida, de la flora y la fauna; es decir, reconocían y memorizaban cualidades y características de su alrededor, pensaban y racionalizaban sobre esa información que asimilaban, imaginaban y valoraban los sucesos de su vida.
El ser humano se hacía tal, por su trabajo y transformación de la naturaleza, a la cual temía y respetaba, pero enfrentaba. El adquirir conciencia le daba facultades insospechadas, pues consciente y racionalmente fabricaba herramientas con planificación, previsión y producción colectiva para rasgar carne, cortar huesos y, posteriormente, elaborar nuevas herramientas (con chancadores y raspadores se pueden fabricar hachas, cuchillos, etc.). Es un camino de dominio y transformación de su medio.
Las primeras bandas de errantes homínidos no podían vivir aisladamente. La agrupación era y es fundamental. La comunicación entre los integrantes derivó en el uso del lenguaje, en la elaboración de nombres de cada cosa y suceso que el hombre conocía. Por ello, los idiomas corresponden a grupos humanos de diferente región y costumbres. Asimismo, con la práctica y vida colectiva de los humanos nacían las relaciones sociales y la sociedad humana, cuya organización no es inmutable, sino dinámica, pero no por simple cronología, sino que tiene también alteraciones, a veces lentas y otras por saltos, de acuerdo a las leyes sociales.
Las habilidades que alcanzaba el antiguo homínido eran repetidas en la práctica y trasmitidas a los miembros más jóvenes a través de las costumbres, la educación y otros mecanismos que conscientemente se producían dentro de las manifestaciones de la actividad humana, las mismas que se irán complejizando hasta llegar a expresiones como la religión y la política. Aquí el hombre estaba creando cultura, objetos, conocimientos, simbología; es decir, todo lo que el hombre genera en su desarrollo social, pero que se transmite por generaciones, dando la apariencia de estático, lo cual es una falsa percepción.

5.4. EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN
La especie humana no es un ser aislado del planeta, no apareció de golpe, es el resultado de un proceso complejo de variaciones y selección natural, mecanismos orgánicos que modifican al antiguo primate; al enfrentarse a los llanos de la sabana, logró hacerse bípedo, apareciendo el homínido, trabajando herramientas y manipulando objetos de la naturaleza. La dialéctica de su trabajo, el bipedismo y la manipulación desarrollaron su cerebro, alcanzando en promedio 1360 cc, elaborando el lenguaje por la necesidad de comunicarse, y la inteligencia como una síntesis final, carácter distintivo del nuevo miembro del planeta, el ser humano.
Pero no solo somos un ser biológico, también somos seres sociales y gregarios. Vivimos en interrelación con otros individuos y aprendemos a trabajar, a pensar, nos comunicamos transmitiendo ideas, pensamientos forjados por el trabajo mismo; como decía Engels: El trabajo ha creado al ser humano y el ser humano ha creado trabajo. Nacemos con características físicas heredadas, pero aprendemos patrones de conducta, valores sociales y también nos organizamos en diferentes modos de producción.
Lo que distingue al hombre del resto de las especies es su alto grado de desarrollo como materia. Queda claro que nos componemos de elementos químicos y de células como cualquier ser vivo, pero organizados físicamente de tal manera que al trabajar se obtiene respuestas extraordinarias.
Hoy en día contamos con innumerables restos óseos que evidencian el proceso evolutivo, estudiados por científicos como Louis y Richard Leakey, Donald Johanson y Tim White.
Estas pruebas han permitido a los científicos llegar a la siguiente conclusión: hace cuarenta millones de años vivieron primates antropomorfos en los bosques, durante este periodo en la Tierra se producen grandes cambios en el clima, reduciendo la cantidad de alimentos; la lucha por la sobrevivencia, los obliga a descender de los árboles y adaptarse al espacio terrestre.
Los primeros homínidos surgen en el África, hace cuatro millones de años, como los australopitecinos, quienes llegaron a ser bípedos (caminan en dos pies), tener posición erguida y coger objetos como piedras y ramas para defenderse; ellos, finalmente, se extinguieron, al no poder afrontar los cambios de la naturaleza.
Por el contrario, unos homínidos similares a ellos, llamados Homo habilis (2,4 a 1,6 millones de años), sí lograron sobrevivir gracias a su capacidad de elaborar herramientas, lo que les permitió conseguir alimentos y satisfacer sus necesidades.
Algunos descendientes del Homo habilis evolucionaron a Homo erectus (1,8 a 250 mil años), el cual tenía mayor capacidad; por ello llegaron a elaborar herramientas, usaron el fuego natural e intentaron mejorar su comunicación en la cacería, obligándoles a desarrollar un lenguaje incipiente.
Ciertos descendientes del Homo erectus evolucionaron a Homo sapiens (200,000 a 30,000 años), el cual tenía la capacidad de generar ideas abstractas; esto se observa cuando entierran a sus muertos, adoran al tótem (objeto sagrado), desarrollan el arte rupestre, etc. El Homo sapiens tiene las características físicas e intelectuales del hombre actual y su adaptación a determinadas zonas geográficas del planeta ha dado lugar a la diversidad de etnias.

EL POBLAMIENTO DEL PLANETA
La presencia de la especie habilis en el continente africano está comprobada por los restos fósiles encontrados en esa área, confirmando la validez, de su título "Cuna de la humanidad". Restos de esta especie no se han encontrado en otros continentes.
Los restos del Homo erectus se han encontrado tanto en África como en otros continentes, lo que demuestra que la especie migratoria que salió del África pobló los otros continentes, específicamente Asia y Europa.
Como los restos de Homo sapiens sí se han encontrado en todos los continentes, por lo tanto, se plantea que esta especie fue la que llegó al continente americano.
Los primeros homínidos, temerosos aún de la naturaleza, debido a su escasa experiencia y reducida cantidad de herramientas, emigraron de África a Asia y, luego, a Europa.
El territorio, casi unicontinental, les permitió movilizarse y adaptarse al nuevo medio, a su fauna y flora para poder subsistir.
La lucha por la existencia se daba nuevamente. El trabajo de estos humanos errantes de rasgos simiescos, equipados con raspadores, hachas y piedras, especialmente para hacer fogatas, les permitió subsistir. Las especies de homínidos menos aptos se iban extinguiendo, asimismo, su organismo, su piel y cabellos se alteraban, alcanzando una diversidad cromática y morfológica que echa por tierra el concepto de raza, pues los seres humanos se fusionaban de tal manera que generaban una gran variedad física, pero homogéneos en su estructura interna.
Hace cuarenta mil años se produjo una fuerte crisis de la cacería mayor, debido a que los animales que servían de alimento al hombre se estaban extinguiendo, provocado por el final del periodo Pleistoceno o era del Hielo. Esto determinó, a la vez, la migración de algunos animales hacia las zonas frías del Norte de América, que, en esa época, estaba unida al continente asiático, ya que existía un puente terrestre (llamado por los geólogos istmo de Beringia) que emergió debido a la baja del nivel de las aguas de los océanos, producto del intenso frío glacial; de manera que el agua que existía estaba en los continentes, pero congelada.
Los restos fósiles encontrados demuestran tener mayor antigüedad en el norte, mientras que los más recientes están en el sur, lo que demostraría la validez de esta teoría: el poblamiento fue de norte a sur. Los primeros grupos humanos llegaron organizados en bandas, simplemente eran recolectores y cazadores, tenían herramientas de piedra muy rudimentarias. Las grandes civilizaciones que surgieron posteriormente en América son producto del trabajo y creatividad del hombre americano.

La paleoantropología
Es aquella disciplina proveniente de la rama de la antropología biológica que se ocupa del estudio de la evolución humana y sus antepasados fósiles, en otras palabras de los homínidos antiguos. Su objetivo es buscar analizar e interpretar los datos del pasado humano con el objetivo de explicar el surgimiento del hombre y sus sucesivos cambios que se produjeron a través del tiempo.
El comienzo de esta ciencia está unido al de la historia del hombre de Neanderthal descubierto en 1856, entre sus principales representantes están Raymon Dart, Richard Leakey, Eugene Dubois, Donald Johanson, Louis Leakey, entre otros.

PRINCIPALES RESTOS FÓSILES DE HOMÍNIDOS
Género
Especie
Antigüedad
Descubridor
Lugar
Australopitecus
anamensis
4 100 000 años
Alan Walker y Meave Leakey
Cerca de Turkana (Kenia)
Australopithecus
afarensis "Lucy"
3 200 000 años
Donald Johanson
Hadar (Etiopía)
Australopitecus
afrícanus "niño de Taung"
2 500 000 a 3 000 000 años
Raymond Dart
Taung (Sudáfrica)
Homo
habilis
2 000 000 años
Richard Leakey
Lago Rudolph Turkana (Kenia)
Homo
habilis
1 800 000 años
Louis y Mary Leakey
Olduvai (Tanzania)
Homo
erectus
1 600 000 años
Nouyen Kimea-Richard Leakey
Turkana (Kenia)
Homo
erectus
600 000 años
Eugéne Dubois
Java Trinil (Indonesia)
Homo
erectus
300 000 años
Davison Black y Teilhard de Chardin
Choukoutein Pekín (China)
Homo
sapiens
100 000 años
Cari Fuhlrott
Neanderthal Dusseldorf (Alemania)
Homo
sapiens
30 000 años
Luis Lartet
Dordoña (Francia)


5.6. PRINCIPALES RESTOS FÓSILES DE HOMÍNIDOS
Según los estudios de Paleoantropología (estudio del hombre antiguo), la "Cuna de la humanidad" fue África Oriental y Meridional, principalmente el Gran Rift, depresión geográfica entre Etiopía, Kenia y Tanzania, donde se ha encontrado los restos más antiguos de homínidos, que nos sirve para entender el proceso de hominización.
Como la evolución  no  fue  sólo  un  proceso  biológico,  sino  también  social,  se ha  desarrollado  una  ciencia  específica,   diferente  de  la   Paleontología,  denominada Paleoantropología. Esta es una ciencia que estudia objetivamente al hombre primitivo y define su marco científico de investigación en el origen, evolución biológica y social, interrelación y migraciones de los primeros homínidos, describiendo sus características anatómicas a partir de fósiles sumamente antiguos. La datación ha sido posible gracias al  empleo de  potasio-argón,  isótopo  radiactivo  presente en los organismos vivos y cuya desaparición  (del  potasio)  tomó millones de años y también en el terreno volcánico del Gran Rift que ha preservado los restos fósiles, huellas de pisadas (Laetoli) y toscos utensilios primitivos. Para tratar de llegar a una comprensión del problema vamos a describir las características antropológicas de ambos géneros y sus principales especies.

5.6.1. Género australopitecino

A. Australopithecus anamensis
Estos restos fósiles han sido descubiertos en Kanapoi, Kenia, cerca de Turkana por los paleoantropólogos Alan Walker y Meave Leakey; se encontró dientes, fragmentos de húmero y tibia y su antigüedad demuestra que el anamensis es el homínido más antiguo descubierto hasta ahora.
Existe, sin embargo, un estudio en proceso de investigación de unos fósiles más antiguos (4400000 años) encontrados al noreste de Turkana, en una localidad llamada Aramis, en Etiopía. El trabajo es dirigido por el norteamericano Tim White y el etíope Berhane Asfaw. Dadas las características antropológicas de su hallazgo, en 1994, lo han denominado Ardipithecus ramídus, pues es bastante distinto al género Australopithecus y podría tratarse de un género de homínidos diversos, quizás más remotos y vinculados a monos antropomorfos, como ancestros del chimpancé y el hombre; por ahora se trata de determinar si eran bípedos o no. White ha dicho que los Ardipithecus serían el "eslabón perdido" entre los hombres y los monos.

B. Australopithecus afarensis
Las primeras pruebas de esta especie fueron las sesenta nueve huellas de pisadas encontradas en Serengeti, Tanzania, sobre un lugar llamado Laetoli, cerca del volcán Sadiman, cuya erupción arrasó los bosques de acacias y el río, haciendo huir a sus habitantes, quienes dejaron sus pisadas impresas en las cenizas del volcán. El descubrimiento de estas huellas, por Mary Leakey, permite demostrar el dimorfismo sexual, es decir, las grandes diferencias entre el macho y la hembra de la especie. Si bien el macho era mucho más grande, era la hembra la que estaba al mando del grupo, pues las pisadas de él están siempre después de ella. Sin lugar a dudas eran bípedos. El más importante hallazgo de fósiles de la especie afarensis lo constituyen los restos denominados "Lucy", que corresponden a una joven hembra Australopithecus descubierta por el paleoantropólogo Donald Johanson, en el año 1974, en un lugar llamado Hadar, Etiopía. Los restos fósiles de "Lucy" tienen una antigüedad de tres millones cien mil años, y presenta huesos de un tórax cónico con amplio vientre y extremidades que demuestran su bipedismo. Si bien su cerebro es aún muy pequeño, sus rasgos evolutivos llevan a muchos científicos a considerar a "Lucy" como "madre de la humanidad".
Se sostiene que la especie afarensis engendró, en su evolución, no solo nuevas especies de Australopithecus, sino también a la primera especie del género Homo.

C. Otros Australopithecus
En general, se han descubierto en África hasta siete especies de Australopithecus. La primera fue la especie bautizada afrícanus, hallada en la cueva de Taung, Sudáfrica, por el antropólogo Raymond Dart, en 1925. Se trataba del cráneo fosilizado de un niño cuya médula espinal no salía del costado sino de la base inferior del cráneo, demostrando su bipedismo y su desarrollo cerebral; es llamado "Niño de Taung" (25000 000 años de antigüedad).
Los restos fósiles Australopithecus, llamados robustus, presentan fuertes mandíbulas, pero eran, por lo general, de carácter herbívoro. Su mano estaba poco especializada y no fabricaba herramientas, pero usaba palos y huesos como defensa y utensilios. Este grupo es contemporáneo a los primeros del género humano, por lo que ya no pertenece a nuestra rama evolutiva.
En 1995, Michel Brunet en Koro Toro Chad (oeste del valle del Rift) encontró una mandíbula de tres y medio a tres millones de antigüedad al que llamó Abel; se considera a este descubrimiento dentro de la especie bahrelghazali.

5.6.2. Género Homo
A. Homo habilis
En 1959, Leakey y Tobías descubrieron en la región del Rift, cerca del lago Turkana, los restos fósiles del más antiguo ancestro directo del Homo, el habilis. En 1964, Leakey desenterró restos del mismo tipo de homínidos en la garganta de Olduvai, en Tanzania, con  características  bastante  diferentes  a  los Australopithecus. Por ello, Leakey afirmaba:
No es válida la idea común sobre la existencia de tres simples etapas sucesivas de homínidos: la primera representada por los Australopitecus, la segunda por los Pithecantropus y la tercera el Homo. Y que por lo menos dos ramas distintas han evolucionado de manera contemporánea: el Australopitecus afrícanus y el Zinjantropus boisei (luego reclasificado como Australopithecus robustas boisei).
Pero, ¿tuvieron un ancestro común? La extinción de los Ausiralopithecus determinó el proceso monogenista, es decir, una sola línea en la hominización.
Los Homo habilis pudieron sobrevivir e imponerse en el África, a diferencia de sus parientes colaterales Australopitecus por un factor principal: el trabajo.
Como dice Engels: El trabajo comienza con la elaboración de instrumentos y esa era, precisamente, la característica del Homo habilis: la fabricación de herramientas de piedra, madera o hueso. Su altura era de solo 1,20 m y su peso 37 kg. era igual al menor de los Australopithecus robustus boisei; pero pudo prevalecer y continuar el lar proceso de la hominización.
Los instrumentos que el hombre fabricaba eran toscos, tallados de piedra, lascadas por ambos lados: hachas rudimentarias; pero sobrevivió con ellas ante un medio natural cambiante de manera radical. La era Terciaria concluyó con una fase calurosa en extremo, que condujo a la desertificación de los bosques del África Meridional y Oriental.
La causa de estos fenómenos climáticos la encuentran algunos estudiosos en una actividad solar anómala y otros en la mutabilidad de la elíptica del planeta o la oposición de los polos y el eje terrestre. Ese proceso se demuestra por el hallazgo de fósiles de fauna cálida en la Antártida y del Polo Norte en Hawai. El antropoide arborícola concedió paso a los bípedos (homínidos) y, entre ellos, el género Australopithecus cedió ante el Homo habilis.
La era Cuaternaria se caracterizó, en sus primeras fases, por la sucesión de grandes periodos glaciares y cortos interglaciares. Gracias a las investigaciones de los científicos Penck y Brucknet se han determinado hasta cuatro ciclos glaciales: Gunziense, Mindeliense, Rissiense y Wurmiense. Los grandes glaciares (cordilleras heladas) avanzaban y la vegetación retrocedía, las condiciones climatológicas y ambientales según el alemán Weinert, fueron un factor importante de la selección natural. Las especies que pudieron adaptarse por sus condiciones biológicas sobrevivieron, otras emigraron. A esta etapa del Cuaternario se le denomina Pleistoceno y, según Weinert, el "hombre no hubiera sido posible sin el periodo glacial", refiriéndose a las condiciones materiales de la humanización.
Fue entonces que se desarrolló la llamada Pebble culture o industria lítica de guijarros, que nuestros ancestros directos, los Homo habilis,  emplearon para desarrollar recolección indiferenciada de raíces, frutos silvestres e insectos como las termitas luego, pequeños roedores.
No resulta fácil distinguir al Homo habilis de los Australopithecus en cuanto a sus rasgos anatómicos, pero sí en cuanto a su habilidad de confeccionar herramientas (producto de su trabajo creativo), talladas en piedra en la región del Rift.
Los cambios radicales propios del periodo interglaciar permitieron el desarrollo de una fauna pleistocénica de grandes mamíferos depredadores, solo los homínidos capaces de organizarse en bandas de cazadores y fabricantes de armas bifaciales (Homo faber), lograron sobrevivir; estos homínidos, luego, dieron origen a una nueva especie: Homo erectus.

B. Homo erectus
El fósil más antiguo de esta especie fue descubierto, en 1984, en Nariokotome, Kenia; es conocido como "el muchacho de Turkana", y desplaza en antigüedad al famoso Pithecantropus erectus.
Dentro de sus características generales estaba su estatura promedio de 1,60 m; cazador de animales vivos, pero sin mayor especialización (caza indiferenciada) integraban bandas que usaban hachas (talladas en sílex sobre dos caras), mazos y jabalinas.
Su reacción ante los cambios en el medio fue emigrar, acción que se veía facilitada su capacidad de desplazarse erguido permanentemente.

Así es como los estudios han podido descubrir fósiles de Homo erectus fuera de África. Por ejemplo, en Europa, los restos de Atapuerca, España, a donde llegaron cuando el estrecho de Gibraltar fue transformándose en un puente terrestre gracias a las glaciaciones.
Sin embargo, son especialmente reveladores los fósiles de Homo erectus descubierto en   Asia.   Entre   1881   y   1892,   el   doctor   Eugene   Dubois   desenterró   en  Java (isla  de  Indonesia)  un  molar,  una bóveda craneana,  un  fémur,  un diente y fragmento de mandíbula de un Homo erectus que él denominó Pithecantropus erectus (hombre mono erguido) de seiscientos mil años.
Años después, en 1921, el sueco Gunnar Anderson encontró molares similares en China, lo cual incentivó los trabajos de Davidson Black entre 1927 y 1929. En las cavernas de Chokoutien fueron hallados los fósiles de al menos cuarenta individuos que fueron bautizados como Sinanthropus pekinensis, los dos actualmente reclasificados como Homo erectus.
En dichas cavernas de China se encontró carbón de madera, cenizas v vestigios de fuego, así como huesos humanos fosilizados cuya médula fue extraída, presentando rastros de antropofagia. Esto revela la extrema escasez de alimentos que lo obligaba al nomadismo; nuevamente los cambios radicales en el medio ambiente generaron la desaparición de la flora y la fauna que le servían de sustento. La selección natural permitía la supervivencia de seres más grandes y protegidos del frío glacial, conocidos generalmente como megafauna pleistoccnica (mamuts, rinocerontes lanudos, megaterios, etc.), cuya caza implicaba una mayor especialización, mejores herramientas, coordinación de la caza colectiva, etc.

C. Homo sapiens
Los primeros Homo sapiens fueron hallados en Zambia, África; sin embargo, los restos fósiles más notables de esta especie han sido estudiados por Johann Karl Fuhlrott en Alemania, donde unos obreros   los desenterraron cerca de Dusseldorf, en la cueva del valle de Neanderthal.
El hombre de Neanderthal medía 1,63 m, pero con una gran capacidad craneana de 1500 cc, con un maxilar prominente, pero desprovisto de mentón. Otras excavaciones en Bélgica, Francia, España, Italia, Croacia, etc. demuestran su generalización desde Europa hasta Israel.
Esta subespecie desarrolla una técnica lítica llamada Musteriense, que demuestra una notable especialización en el tipo de caza mayor que practicaban; incluso ponía mango a sus herramientas para mejorar su eficacia.
El hombre de Neanderthal muestra, sin embargo, otro rasgo característico de nuestro desarrollo cultural; un sistema de creencias que ha sido llamado "ideología primitiva", y que estaba relacionada con su estructura productiva basada en las relaciones colectivas de producción, en torno a la depredación especializada. Aquí, además, se puede apreciar los inicios de una especialización laboral en base al sexo (los hombres cazaban y las mujeres recolectaban, primordialmente).
Los muertos eran enterrados en tumbas concéntricas, con piedras y huesos de animales como ofrenda. Posteriormente, confeccionaron tumbas sepultadas bajo bloques de piedra, como para "impedir que saliera el muerto". Probablemente, esto se debía a la creencia de que este volvería con mayor poder y con diferente filiación a la de la banda que perteneció en vida.
También se desarrolló la creencia en un tótem o ser superior de la naturaleza misma, que sería su antepasado y le daría protección con poderes extraordinarios a ciertos animales; sin llegar a levantarle altares, ofrecer tributos, ni rituales en su nombre, esas características corresponden a la religión aparecida durante el Neolítico.
El Homo sapiens neanderthalensis existió durante el último periodo interglaciar y al inicio de la glaciación de Würm (15000 y 5000 a.n.e.). Esta etapa representó una fase de grandes cambios, en la que se difundió una nueva subespecie: el Homo sapiens sapiens.
En 1868, fue descubierto en Dordoña, Francia, el resto fósil de un individuo con rasgos muy distintos al Neanderthal. Tenía una estatura de 1,80 m y su cráneo era de forma similar a la nuestra; se trataba del hombre de Cro-Magnon, estudiado por Luis Lartet.
Este hombre de Cro-Magnon tiene una antigüedad, aproximada, de 35000 años; fue un cazador especializado que inició la pesca y otras actividades productivas y también desarrolló el arte parietal y mobiliar. Fue el directo antecesor del hombre europeo actual.

5.7. ALGUNAS CONCLUSIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN HUMANA
Desde 1891, año en que Eugene Dubois encuentra en Java los restos del Pithecantropus erectus, el mundo científico contemplará el hallazgo ininterrumpido de un sinnúmero de fósiles de homínidos, los cuales, a pesar de haber pasado más de un siglo de las afirmaciones hechas por Engels en los borradores de Dialéctica de la naturaleza, no hacen otra cosa que corroborar sus tesis fundamentales con respecto a la evolución humana.
Científicos de todo el mundo redescubren sus planteamientos a la luz de los datos estudiados en su método positivista de aproximación a la realidad, que no hace más que demostrar que el materialismo dialéctico es la vía más completa para aprehender la realidad y que las concepciones metafísicas no son más que una traba para el desarrollo del conocimiento humano.
Sistematizando los avances a los que ha llegado la Antropología física en las últimas décadas, corroboramos las tesis centrales de Engels sobre la hominización con los datos interpretados en base al registro fósil, así como de los avances en la biología molecular.

5.7.1. Pasos de la evolución humana
Condición fundamental: TRABAJO.
A partir de los trabajos de los esposos Louis y Mary Leakey es prueba irrefutable para la diferenciación de especímenes de homínidos, la presencia de herramientas encontradas cerca o en la misma ubicación de los primeros miembros del género Homo.
Se ha demostrado que la única forma de lograr la ingesta de carne, para estos primeros humanos, fue elaborando herramientas, por el estudio de su dentadura (caries, desgarramiento) y el logro de su digestión cocinando sus alimentos, por ello fue importante el uso del fuego.
Las pisadas de Laetoli comprueban que los homínidos lograban su supervivencia de manera colectiva.

Factores

A. Bipedismo
Se ha comprobado que el bipedismo y el andar erguido están relacionados con la posición del agujero occipital, que, al ser central en los homínidos, permite la expansión del cráneo y cobertura para el cerebro.
El bipedismo humano libera al cerebro, permitiendo que este reciba sangre y que el flujo se dé fácilmente, llegando a aumentar su volumen hasta 1500 cc.
Las pruebas que demuestran el bipedismo en los homínidos son la articulación de la pelvis y fémur de Lucy y las pisadas Laetoli.

B. La manipulación de artefactos
El pulgar oponible está presente en todos los simios, pero la especialización de la mano va en correlación con la especialización de nuestro cerebro.
Mucho de la coordinación de movimientos que realizamos sería imposible con el tamaño de cerebro que poseen los chimpancés. Por ejemplo, nuestros brazos no podrían soportar la braquiación[8], ya que al recortarse perdieron esa función, pero, a su vez, se logra gran ahorro de energía que va a nuestro cerebro.

C. Cerebro y lenguaje
La aparición del lenguaje fue expresión de la necesidad de comunicación social, pero no pudo darse sin las condiciones biológicas necesarias. Se ha comprobado la existencia del área de Broca[9] en los neanderthalensis, necesaria para la elaboración del lenguaje. La presencia de cuerdas vocales y las áreas en el cerebro fueron estimuladas por la comunicación, al punto de aprender el habla. Con la experiencia acumulada se iban sistematizando un conjunto de sonidos que llegaron a ser las primeras palabras que, luego, conformaron un lenguaje articulado que permitía la difusión de un conjunto de elementos culturales adquiridos por esta vía más rápidamente, de generación en generación.

D. Cerebro y conciencia
El cerebro, a partir de impulsos nerviosos, registra información que nosotros adquirimos en nuestro continuo roce social.
El cerebro humano, mientras aumentaba en volumen, acumulaba más y más información, la cual procesa, analiza y emplea para resolver problemas, enviando señales a otras partes del cuerpo, presentándose una relación dialéctica entre la función cerebral, los sentidos, la conciencia y los órganos humanos del resto del cuerpo.
Es así que la conciencia es tan solo la expresión de la realidad social que rodea nuestro entorno. Con el estudio del genoma humano se ha querido biologizar todas estas actitudes, "encontrando" un gen egoísta, un gen de vínculo maternal, etc., y reduciendo nuestra condición a un animal programático que viene de "origen" con estas fallas.
La evolución física humana se ha hecho lenta en los últimos siglos, y lo más notable es el cambio tecnológico; pero no debemos perder de vista nuestra relación con el planeta y con la vida natural que aún tiene una deuda y eliminar las diferencias sociales ya que todos somos seres humanos. Las razas son simplemente producto de la adaptación al clima y a un determinado medio geográfico; en cambio, la pobreza no es característica de una raza o especie humana, es consecuencia de relaciones sociales injustas.

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[1] NIESTURJ, M. F El origen del hombre. Moscú: Editorial MIR. 1972, p. 11.
[2] Ibíd., p. 12.
[3] Borisov, Zhamin y Makarova. Diccionario de economía política. Barcelona: Editorial Grijalbo, p. 235.
[4] NIESTURJ, M. F . Op. cit, p. 170.
[5] ENGELS, Friedrich. "El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre", en Obras escogidas de Karl Marx y Friedrich Engels. Moscú: Editorial MIR, p. 373.
[6] Leslie de Ángelo rescata, actualmente, la importancia del consumo de carne en el desarrollo del cerebro.
[7] Centímetros cúbicos.
[8] Desplazamiento de los simios en el cual se cuelgan de las ramas de los árboles por los brazos en vez de caminar utilizando sus extremidades (en cuatro patas).
[9] Situada por debajo del área motora del cerebro (tercera circunvolución frontal o inferior), el área de Broca es responsable de los movimientos musculares de la región faríngea y de la boca implicada en el habla. El nombre se le debe al cirujano francés Paul Broca.

Fuente: Historia de la Humanidad.

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